sábado, 27 de agosto de 2016

ACORDES DEL MONTE



Árboles de astillas doradas.
corazones de rojo cobrizo
se desploman cediendo paso
al más estruendoso ruido
de chicharras y charatas
que combinan sus sonidos
para plasmar un bello canto
que se enrosca en mis oídos,
como una sierpe seductora
que aguarda con gran sigilo
en la frescura de las hierbas
plenas de humedad de rocío
que aparezca la mansa presa
para envolverla a su capricho.

Ebrio de acordes del monte
Pero, bien alerta los sentidos
recorro la estrecha senda
y, puedo percibir los latidos
del tenso músculo cardíaco
y, del propio suelo que piso.
  
El monte me talló cauteloso
no me concedió descuidos
por esa razón le agradezco
la imposición de peligros
y, que me dotara de armas
para  no ser sorprendido
por alguna de las bestias
que pueblan cada resquicio.
Gracias, Chaco, por esta piel
de hombre fuerte y curtido
donde cada poro es un sensor
y, las alarmas, mis suspiros.



 © Martínez Amílcar 

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